EN BUEN CAMINO
El C.D. Ribaforada por fin recuperó la senda del buen fútbol y ofreció una de sus mejores imágenes esta temporada. No fue un partido brillante ni dominado de cabo a rabo por parte de los rojillos pero los jugadores consiguieron desplegar esa aptitud de lucha y entrega propia del club al que representan. No es este un momento para hacer filosofía del fútbol, pero nos permitimos hacer una breve reflexión para intentar explicar el porqué no se sacó mayor beneficio de las aptitudes desplegadas en el encuentro. Como sabemos, el fútbol es un deporte pero también un juego. Eso significa que se debe de buscar la táctica adecuada para que la pelota entre más veces en la portería contraria que en la propia pero que además influyen una suerte de factores incontrolables que lo hacen ser tan impredecible y apasionante. Incidiendo en lo primero, en esta ocasión el equipo lavó su imagen de partidos anteriores y salió enchufadísimo desde el pitido inicial. Con una presión alta y constante hacia el rival, los rojillos se echaron hacia adelante y salieron a por el partido sin concesiones. Desde el primer momento, ya desde el calentamiento previo, se vio que la actitud era otra y eso se notó inexorablemente en la manera de estar en el campo. Pasada la peligrosa barrera de los diez minutos, en los que el equipo ha solido encajar sus primeros goles, una inspirada defensa daba protagonismo a un centro del campo muy serio y, sobre todo, a un incisivo ataque. El golazo de Jokin supo a gloria después de tanto despropósito y, en un acto que honra todavía más si cabe a los futbolistas, lejos de echarse para atrás, siguieron haciendo aquello que mejor saben: jugar, jugar, jugar y nada más que jugar. Esta vez se omitió cualquier reacción hacia estímulos externos y se demostró lo que sabíamos y el tiempo se afanaba en difuminar: tenemos un equipazo.
Imágenes del partido. |
Concluimos esta breve reflexión sobre el fútbol, nuestro fútbol, con una fórmula sencilla que puede resumir tanto el encuentro como la deriva del equipo por el campeonato. De nosotros, y sólo de ello, depende que volvamos a mostrarnos como el equipo grande y peligroso que se nos considera. Son muchos los factores extrínsecos que pueden enmascarar dicha realidad, pero queda demostrado que con el máximo trabajo y entrega éstos se reducen a unos cuantos puntos de menos en la clasificación, no tantos como son. El empate, una vez más, supo a poco en relación a lo ofrecido pero como decimos, esto también es un juego y no todo puede controlarse. Da la sensación de que hemos comenzado ahora la Liga y ese debe de ser nuestro trampolín. El derroche mostrado en Corella no se tradujo en un partido bonito y vació todas las reservas al final del partido pero sirve como primer paso para ir construyendo un estilo. Lástima el desafortunado desenlace del encuentro, pero era predecible: el rival, perdiendo, atacaba con lo poco que ofrecía y un Ribaforada vaciado, esperaba la contra demoledora. Tras el empate, ésta llegó y fue materializada limpiamente por el pillo de Carlos Carrera, pero aquellos de los que no queremos saber, la deslegitimaron. Ellos evitaron que el Nuevo Arrese volviera a ser el talismán de este equipo. Eso, si pensamos que no lo fue. Fuimos de nuevo felices y al final ese azar que hemos intentado caracterizar nos metió, pese al empate, en los puestos de descenso. Pero queda algo glorioso en todo esto, la felicidad puede instalarse de nuevo en la familia rojilla si otra vez volvemos a estar más atentos en aquello que está en nuestras manos que en lo que nos traspasa.
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