La clave fue la rápida recuperación y distribución. (R21) |
El objetivo de dejar la portería a cero que tanto se estaba trabajando desde el principio de la competición no ha llegado hasta esta jornada. Después de demasiados goles en contra cada partido, los rojillos se han tomado en serio el trabajo defensivo. Así, ayer el equipo en pleno aplicó todo lo ensayado durante estas semanas para corregir los varios desajustes que se producían en la zaga. Los mediocentros y los jugadores más adelantados no dudaron en trabajar en la presión y en el achique, obligando al contrario a jugar al pelotazo y no mermando en absoluto sus opciones en ataque. Futbolistas no tan habituados a replegarse, como Jokin, Carreras o Josué, hicieron olvidar con su nuevo rol a los pivotes de contención y dieron otra chispa al balón en las zonas centrales del campo. Enseguida robaban y distribuían a banda, donde los extremos hacían daño. Se dejó más sitio para futbolistas de más creación y eso se notó directamente en el juego. Con la ejecución de este movimiento sincronizado en todas las líneas, el conjunto se mostró homogéneo y cohesionado, es decir, fue una red para el rival. Este método, inculcado con ahínco por Litago, demostró ser efectivo y enseña el camino a seguir en las próximas citas y evidencia que defender y atacar no tienen por que ser habilidades contrapuestas sino maneras complementarias de ejecutar un mismo movimiento táctico.
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